Dios nos disciplina como a niños "pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge" (Hebreos 12, 6) de modo que algunas penas temporales deben permanecer.
INDULGENCIAS
La gente hace normalmente poco caso de las indulgencias, no conocen su valor y eficacia. En la eternidad conoceremos su mérito para satisfacer a Dios por los pecados cometidos.
Cuando pecamos nos hacemos culpables de dos cosas:
- la primera es la ofensa o injuria que hacemos a Dios;
- La segunda es la pena o castigo que merecemos.
El pecado mortal hace una ofensa e injuria grave a Dios y merece la pena eterna.
El pecado venial hace a Dios ofensa o injuria leve, merece la pena o castigo del purgatorio y es temporal.
Cuando Dios nos perdona el pecado mortal, nos perdona y borra la ofensa e injuria que le hemos inferido y nos perdona también la pena o castigo del infierno; pero exige que le paguemos alguna cosa como pena temporal, que hemos de satisfacer o en este mundo o en el purgatorio. Esto se aclarará con un símil.
PECADO GRAVE PERDONADO EXIGE PAGO PENA TEMPORAL
Pecado grave perdonado exige paguemos pena temporal aquí o en el purgatorio.
Un hombre fue condenado a muerte por un delito cometido.Pidió perdón y le fue concedido.En cambio le impusieron una pena de algunos días de cárcel. Y aún esta pena le fue también perdonada por un trabajo insignificante de pocas horas.
Podemos pagar esta pena temporal en este mundo, con oraciones y mortificaciones, con limosnas y otras obras buenas y, sobre todo, con indulgencias, que puede concedernos y nos concede la Iglesia en nombre de Jesucristo.
¿QUÉ ES INDULGENCIA?
Perdón o indulto de la pena temporal que debemos por nuestros pecados veniales y mortales ya perdonados.
La indulgencia es plenaria o parcial: es plenaria si perdona toda la pena, de manera que si la persona muriera después de ganar una indulgencia plenaria, su alma iría directamente al cielo. Es parcial, como dice la misma palabra, si perdona sólo una parte de la pena.
Para ganar las indulgencias plenarias, suelen ordinariamente prescribirse estas cuatro condiciones: confesión, comunión, visita de una Iglesia y rogar a intención del Papa.
La confesión vale, aunque no se haga el mismo día al que está asignada la indulgencia. La comunión puede hacerse en el mismo día señalado para la indulgencia, o el día anterior, o cualquiera de los 8 días siguiente. Para la visita de Iglesia, hay que visitar la que se señale; pero de no señalarse ninguna, puede visitarse cualquier Iglesia u oratorio público, o sea que tenga sus puertas abiertas al público. Pero los fieles de uno y otro sexo, que, por causa de estudios, instrucción, educación o salud, viven vida común en casas que no tienen Iglesias ni oratorio público, pueden visitar la capilla de la propia casa en la cual cumplen el precepto de oír la Santa Misa. Para rogar a intención del Papa, basta rezar cualquier oración vocal, según la piedad y devoción de cada uno, hacia la persona del Sumo Pontífice; pero es suficiente añadir a lo que está prescrito, un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Los jubileos y otras semejantes indulgencias plenarias, como la Porciuncula, etc., se rezan seis.
Las indulgencias concedidas a las jaculatorias, pueden ganarse aún sin rezarlas vocalmente.
FUNDAMENTADAS EN LA REVELACIÓN DIVINA
Las indulgencias están fundamentadas en la revelación divina. Las penas son consecuencia de los pecados y han de ser purgadas aquí o en el purgatorio.
Es necesario procurar una sincera conversión y expiación. En el purgatorio se paga purificándose de las faltas cometidas. El pecado, no sólo ofende a Dios, sino que daña al Cuerpo místico de Cristo, como también la santidad beneficia a todos. Este es el dogma de la comunión de los santos.
De los méritos de Cristo, de la Virgen María y de los santos, resulta el tesoro espiritual de la Iglesia, donde se encierran los frutos de la redención de Cristo.
Los difuntos son ayudados con sufragios y especialmente con la ofrenda del sacrificio eucarístico.
La remisión de la pena temporal debida por los pecados perdonados ya en lo que se refiere a la culpa, fue designada con el nombre de indulgencia.
El uso de las indulgencias demuestra la íntima unión con que estamos vinculados a Cristo y la importancia que tiene la vida sobrenatural.
La indulgencia confirma también la supremacía de la caridad en la vida Cristiana.